Serpiente bípeda,
tu lengua es
ponzoñoso puñal
mi pecho coraza
que protegerá
de tu estocada mortal.
Cobarde rencoroso
que en la sombra
tejes tus mentiras
y tu arma blanca afilas .
He roto los hilos
del tu dolor,
de tus trampas mortales
al hada he liberado.
Has perdido tu tesoro,
duende macabro.
Ahora eres,
una estrella sin deseos,
la Mar sin sal.
Vida sin sentido como
un paraguas en el desierto,
un beso sin besar.
Yo puliré el diamante,
lustraré la plata.
Contaré cada moneda,
no perderé detalle
del tesoro que desvaloraste.
¡Ataca! No podrás llevarlo,
eres cobarde,
no te atreves a enfrentarme.
Deja en paz
a las mariposas
y los duendes,
a mi entero bosque.
Vuelve a tu color gris,
al pensar retorcido,
a tus vacios cantares,
a jugar con muñecas.
Yo protejo ahora
este verde bosque,
sus hadas, sus mariposas,
sus duendes, sus rosas.
Hoy, yo hago
que entre luz,
tu oscuridad
ya no reinara...
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