
Ahora solo quiero
quitarla de mi cuerpo
como una vomito que
se esparce en el suelo
a raíz de mí
convulsionante cuerpo que
no deja de querer
sus brazos para que
me detenga y
me sienta seguro.
Caigo al suelo y
del sistema
intento quitarla.
Mucho la he retenido
contra viento y marea,
pero la razón ahora
habla al corazón y
dice que no puedo más,
que en la frenética danza
que hago en el suelo,
mientras fornico con
la preocupación de
los demás,
solo siento alejarme
de su caricia,
de su mirada,
de su boca.
Una serpiente
se escurre
entre mis dedos y
en mis ganas de escribir
a mordido con
su letal beso,
y aquí estoy yo
tratando de decir
que no quiero,
pero necesito sus besos.
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