
No llega la noche y ella
ya se para en esa esquina.
Fragancia a flores marchitas,
dibujando falsas sonrisas
exhibiendo su cuerpo
esculpido de pasión y besos.
Ofrece amor de alquiler,
caricias vacías,
tibios besos y
piernas de manantial.
Tú aceptas,
te la llevas
y te satisfaces
sin pensar en ella.
Mujer de sueños truncos,
hechicera de seducción,
esperanza que se pudre
en un pequeño cajón.
Finge placer,
engaña tu querer.
Cobra su trabajo
de tejer pasiones
por un rato.
Se siente sucia
se baña en su casa
y tiembla al pensar
que se puede acostumbrar.
Se acuesta en su cama.
Busca respuesta...
El verde de la jornada
no llena nunca,
su mirada.
Duerme, pequeña, sola
y sueña con princesas
que moran lejos
en otras tierras.
A la mañana la despiertan
unas manos que a su rostro
dan caricias verdaderas.
Besos que traen
un amor real.
Su dormida sonrisa
no es fingida.
Es su dulce despertar
antes del nefasto final.
Los mira con ternura
y teje, ahora, aventuras
para poder jugar.
Ellos no saben,
no imaginan,
lo que ella hace
para traer la comida.
Cada amanecer tiene su respuesta
cada amanecer despierta viva,
y al final descansa muerta.
Ejemplo de madre abnegada
que lucha para que
sus brotes
despidan un olor
diferente al de ella,
deja hoy que
te atrape en mi poesía
y traiga tus sonrisas
y esas manecitas
a mi papel y tinta.
Porque eres
ejemplo de vida
tú,
que mueres...
y vuelves a nacer...
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